Todavía me acuerdo de ese verano.
Mi soledad y tu soledad se acostaban juntas
jugaban a pegar trozos, maderas del galeón hundido.
Nos besábamos con verdadero dolor
con la piel en el presente y la cabeza en el pasado
recordando fechas, olvidando promesas
y nos sumergíamos en la noche de las piernas
sorteando el miedo como en una carrera de obstáculos
contra los monstruos del desaliento.
El sudor era una tregua entre cien años de guerra,
nos queríamos morir, tan bonitos y tan tristes
como un juguete nuevo en una fábrica abandonada.
Así pasó el tiempo,
como un tren de sólo dos pasajeros
camino hacia la desilusión.
Luego nos dimos cuenta de todo,
de que ese verano en realidad fuiste mía
de que mi vida estaba a tu nombre
pero como suele pasar
nos dimos cuenta tarde.
jugaban a pegar trozos, maderas del galeón hundido.
Nos besábamos con verdadero dolor
con la piel en el presente y la cabeza en el pasado
recordando fechas, olvidando promesas
y nos sumergíamos en la noche de las piernas
sorteando el miedo como en una carrera de obstáculos
contra los monstruos del desaliento.
El sudor era una tregua entre cien años de guerra,
nos queríamos morir, tan bonitos y tan tristes
como un juguete nuevo en una fábrica abandonada.
Así pasó el tiempo,
como un tren de sólo dos pasajeros
camino hacia la desilusión.
Luego nos dimos cuenta de todo,
de que ese verano en realidad fuiste mía
de que mi vida estaba a tu nombre
pero como suele pasar
nos dimos cuenta tarde.
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