Volvió el verano y con el las vacaciones y ella regreso al
lugar donde el vivía. Al verse en la piscina, los dos revivieron en su memoria,
como se fueron conociendo sin mediar palabras desde hacia seis años.
A partir de ese dia, empezaron a buscarse mutuamente, juntos
compartieron infinitos rayos de sol, días de piscina y noches que no tenían
fin, poco a poco fue creciendo en el interior de los dos sentimientos que hasta
entonces no habían percibido, también comenzaron las dudas y los temores, no decían
lo que sentían, pero lo expresaban mediante miles de caricias, abrazos y besos
cerca de los labios del otro.
Desde ese momento, siguieron compartiendo recuerdos y realizando
deseos para hacerse feliz mutuamente, daban largos paseos en bici, veían las
estrellas agarrados de la mano, con el tiempo la confianza y la complicidad era
total entre ambos, excepto que no confesaban lo que sentían por el otro. El la
dedicaba sus mejores goles y ella dulces sonrisas, afrontaron los problemas con
la ayuda del otro, enmarcaron momentos inolvidables en papel.
Disfrutaron de la
vida con pequeños gestos, una felicidad y un amor sin limites, hasta que los
primeros amaneceres de septiembre les anunciaron que su verano y el tiempo de estar
juntos se acababa, antes de darlo todo por perdido, ella obtuvo el valor y mirándole
a los ojos decir que le quería, ambos se sonrieron, se besaron mientras que las
lagrimas corrían por sus mejillas ya que sabían que seria el primer y ultimo
beso que compartirían.
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